No sé si esto es
del interés de mis dos o tres lectoras, pero puesto que he tenido que oírlo
repetidamente en los últimos días, debe ser importante. Lo voy a compartir con
vosotras:
El hijo del vecino de mi madre, que estudió lo mismo
que yo, gana un pastizal, tiene un piso en propiedad en un barrio pijo de
Madrid y se viene a Alemania con todo pagado por la empresa.
Al parecer soy idiota, queridas. A mi primo carnal
la empresa le paga el coche y le da una cesta con jamón por Navidad, el hijo de
una amiga de la familia que vive en Suiza gana cienes de miles de euros suizos
libres de impuestos, y se me ha asegurado que el más inepto de los miembros de
mi familia política puede permitirse y se permite un Rolex.
Yo gano un sueldo con el que puedo comprar en el súper
sin mirar el precio de los yogures y no sentirme culpable si se me va la mano
regalando Legos al retoño. No es el tipo de sueldo que paga pisos en barrios
pijos de Madrid, mucho menos joyones horteras.
Si esperáis que escriba ahora que me da igual, que
yo soy feliz con lo que tengo y enhorabuena a los acaudalados conocidos de mis
conocidos, estais (en parte) equivocadas.
Estoy muy feliz con lo que tengo. Para empezar, encontrar
trabajo en Alemania no fue nada fácil. Ya sé que a otros inmigrantes ingenieros
se les recibe con una reverencia y una alfombra de billetes, pero por la razón
que sea a mí no me ha pasado. Me encanta mi pisito (alquilado) con su cocina
coquetona (del Ikea) y su balconcito (con vistas a nada), pero ahora entiendo
la decepción de mis conocidos y familiares, que probablemente esperaban que a
estas alturas estuviera escogiendo estanterías a medida para mi salón en
propiedad y no amontonando mis libros en unas Expedit cualquiera.
Eso no quita que me moleste saber (como sugieren los
hechos anecdóticos) que cualquier ingeniero en Bavaria gana más que yo, que una
no es escritora a tiempo completo y de momento trabaja por una remuneración
económica. Es como cuando te dicen "¿Has pagado trescientos euros por un
viaje a España? JAJAJAA Qué caro, ¿no? Yo he pagado cien, y mi primo el de
Albacete, siempre encuentra una oferta con Truñoair y le sale por veinte.
Tienes que probar Truñoair. Ah, ¿que ya has probado? ¿Y en Cacanet? ¿Has
probado en Cacanet? El nuero de mi vecina viaja siempre con Cacanet y además de
salirle por nada el billete siempre le ponene en primera clase. Trescientos
euros... yo creo que te están timando". ¿Molesta? ¡Pues claro que sí!
Como yo debo ser medio boba, ni encuentro esos
vuelos a veinte Euros, ni he hecho lo que se supone que tiene que hacer uno
para que le paguen un sueldo obsceno y encima lo manden de expat a un sitio con
encanto. Pero es que además, creo que dando por hecho que uno tiene talento,
estudios y ganas, es la pura suerte, el estar en el sitio correcto en el
momento adecuado, la que marca la diferencia entre el que gana bien y el que
gana pero-que-muy-bien. Piénsalo. Si el talento fuera la única variable en
cuestión, todos tus jefes serían maravillosos.
Si, pese a todo, alguien necesita hacerme saber que
mi sueldo es una mierda, voy a insistir en que comparta conmigo las
estadísticas pertinentes, que es algo que por lo menos se puede usar en una
negociación con mi jefe. Por lo demás, a partir de ahora voy a pedir a mis
conocidos que si la anécdota no tiene los componentes de una buena historia que
me haga reír o llorar o querer compartirla en este blog, por favor me la ahorren. La excepción por supuesto es si
se están acostando con el acaudalado vecino, protagonista de la anécdota en
cuestión. En ese caso me encantará saber que puedo esperar un Rolex por
Navidad.