El anuncio de que estaba embarazada de Daniel fue recibido con una considerable cantidad de drama.
Drama del bueno, entiendase. De este que es imprescindible para mantener una familia unida.
Drama primero, porque nos enteramos en el peor momento. En Moscú y con un pie en Ulan Batar, así que la primera gestión que tuvimos que hacer no fue con el centro de salud, sino con Mongolian Airlines. (Amiga viajera que estás pensando en hacer una escapada con tu embrión, el desierto de Mongolia puede no ser el mejor sitio para tener una complicación del embarazo).
Intentar descifrar un predictor en ruso, identificar comida para embarazadas en una carta en cirílico, o conseguir ácido fólico en una farmacia enseñando el traductor del móvil son cosas que unen mucho a una pareja. Recuerdo que en aquellos días, mi querido novio se empeñaba en cargar mi mochila de doce kilos junto con la suya. En ese verano en el que se alcanzaron los 42 grados en Moscú, es todo un gesto.
Lidiar con la familia, por supuesto, otro drama. "¿Qué quieres, que te felicite?" Fue la reacción de mi padre." Mis amigas preguntaron que si iba a tenerlo. Mi madre en su línea de locura habitual diciendo que ya lo sabía y que las mujeres en mi familia somos muy fértiles. Tuvimos lágrimas, incluso. Claro, una chica de apenas treinta años, con pareja de hace ¡sólo! siete años y trabajo fijo y estable. ¡Qué escándalo! ¿Cómo se queda embarazada esa inconsciente? ¿Por qué no tomaron precauciones? ¿Cómo podría imaginarse nadie algo así?
En el fondo todo este drama es estupendo porque le distrae a una del hecho de que está alojando un cuerpo extraño por el que de momento no siente el más mínimo atisbo del instinto maternal que debería y lleva un cóctel químico encima que no se consigue ni en un viaje de fin de curso a Salou.
Y es que, aunque esta vez ha llegado tan de sorpresa como la anterior, no ha habido apenas drama. Mi querido marido se lo ha tomado como quien oye llover, mi madre ha dicho que ya lo sabía, y mi padre que porqué me complico la vida. Y yo mientras, esperando como la última vez que me baje el instinto maternal del cielo.
Drama del bueno, entiendase. De este que es imprescindible para mantener una familia unida.
Drama primero, porque nos enteramos en el peor momento. En Moscú y con un pie en Ulan Batar, así que la primera gestión que tuvimos que hacer no fue con el centro de salud, sino con Mongolian Airlines. (Amiga viajera que estás pensando en hacer una escapada con tu embrión, el desierto de Mongolia puede no ser el mejor sitio para tener una complicación del embarazo).
Intentar descifrar un predictor en ruso, identificar comida para embarazadas en una carta en cirílico, o conseguir ácido fólico en una farmacia enseñando el traductor del móvil son cosas que unen mucho a una pareja. Recuerdo que en aquellos días, mi querido novio se empeñaba en cargar mi mochila de doce kilos junto con la suya. En ese verano en el que se alcanzaron los 42 grados en Moscú, es todo un gesto.
Lidiar con la familia, por supuesto, otro drama. "¿Qué quieres, que te felicite?" Fue la reacción de mi padre." Mis amigas preguntaron que si iba a tenerlo. Mi madre en su línea de locura habitual diciendo que ya lo sabía y que las mujeres en mi familia somos muy fértiles. Tuvimos lágrimas, incluso. Claro, una chica de apenas treinta años, con pareja de hace ¡sólo! siete años y trabajo fijo y estable. ¡Qué escándalo! ¿Cómo se queda embarazada esa inconsciente? ¿Por qué no tomaron precauciones? ¿Cómo podría imaginarse nadie algo así?
En el fondo todo este drama es estupendo porque le distrae a una del hecho de que está alojando un cuerpo extraño por el que de momento no siente el más mínimo atisbo del instinto maternal que debería y lleva un cóctel químico encima que no se consigue ni en un viaje de fin de curso a Salou.
Y es que, aunque esta vez ha llegado tan de sorpresa como la anterior, no ha habido apenas drama. Mi querido marido se lo ha tomado como quien oye llover, mi madre ha dicho que ya lo sabía, y mi padre que porqué me complico la vida. Y yo mientras, esperando como la última vez que me baje el instinto maternal del cielo.
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ResponderEliminarSí hija, sí. No sé muy bien porqué me meto en el nivel dos sin dominar el uno, pero allá vamos :D
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