lunes, 15 de febrero de 2016

Cursillos

Cuando nació el diccionario trilingüe y disfrutaba de mi generosa baja centroeuropea el único cursillo que hice fue un intensivo de alemán, que era lo que más necesitaba en ese momento para entender por lo menos el correo que nos llega al buzón (mira que mandan cartas estos alemanes) y que mi media naranja acumulaba sin leer en la mesilla del hall "necesitamos datos para renovar su tarjeta sanitaria" "le recordamos que todavía no nos ha mandado sus datos" "su tarjeta sanitaria va a caducar" "puede tirar su tarjeta sanitaria a la basura" "Looove, ¿tu tarjeta sanitaria está bien? Me han dicho en el hospital que la mía no funciona".

Ahora, con la traductora de bolsillo resulta que la guardería del Bildungszentrum a quién debo todo mi conocimiento de alemán ya no acepta niños menores de un año. Peeero, cuando Núremberg te cierra una puerta te abre una ventana, y resulta que todo este tiempo, al ladito de mi casa, se han venido haciendo cursos de masage con bebés, yoga con bebés, gimnasia con bebés, natación con bebés... Sí, me he vuelto loca y me he apuntado a un poco de todo.

En el curso de masaje con bebés sólo hay madres primerizas, sospecho que porque todo el conocimiento que vamos a adquirir se puede resumir en un folio por las dos caras. Se nota primero en las expectativas. Las mamás primerizas esperan que el masage va a tranquilizar a los cachorritos, va a quitarles los gases, van a dormir mejor... Yo veo la clase como una excusa estupenda para quitarme el pijama los miércoles y pasar un ratito agradable las dos oyendo todo lo que hay que saber sobre el aceite de jojoba. Los otros bebés son todos más jóvenes que la mía, porque una madre primeriza se apunta a los cursos el día siguiente al parto, pero son enormes y lustrosos. No voy a hacer un comentario sobre los genes alemanes y meterme en arenas pantanosas, pero lo cierto es que me sorprendió. Pregunté a la chica que estaba a mi lado, "¿cuánto pesó el tuyo?" y me respondió "pesó tres kilos ochocientos veinte, midió cincuenta y seis centímetros, y la circunferencia de la cabeza fue de treinta y cuatro coma cinco" "y es el primero, ¿verdad?" "verdad".
A veces la profesora hace preguntas, y aquí uno observa también alguna diferencia. "el mío tiene once semanas" "la mía nueve" "el mío quince" y yo "la mía cuatro meses" y la profe, "o sea, dieciseis semanas" "Sí, por ejemplo", ¡qué más da! "Yo lo baño con leche materna y una cucharada de aceite, yo solo con agua,  yo solo con leche, ¿yo? Yo con agua y jabón, pero ya entiendo porqué todas las sacaleches de la farmacia están alquiladas". Lo importante es que a mi futura intérprete de la ONU le encanta el tema. Se pasa el masaje retorciéndose en pelotas sobre la colchoneta y riéndose como una loca. Muy buena inversión.

Luego estoy en el curso de Rückbildung, o de Beckenbodengymnastics, que debe ser lo mismo o igual no. Hubo una larga disquisición el primer día de clase sobre el tema que no escuché porque 1) me importaba un comino y 2) estaba disfrutando por primera vez del uso en exclusiva de mis dos manos y mis dos pies. Por eso me apunté a este curso en concreto "sin niños" "ohne Baby" decía la descripción, cosa casi surrealista en Alemania. "¡Ah!, ¡pues en mi curso me puedo llevar al niño!", me decía una amiga primeriza, y yo "no, no, no me entiendes" "¡que no quiero llevármela! ¡Que esta hora y media es para mí! ¡Para mí sola!".

Y es que en este curso es importante concentrarse, a juzgar por los diez minutos de charla que le dedicó la profe a una participante que no habla mucho alemán. Que quizá no fuera capaz de seguir el curso, que ella no tenía tiempo de traducirlo todo, que a ver como iba la cosa... Yo no podía dejar de pensar que en ese tiempo podía haberle explicado todo lo que hay que saber. Porque está muy bien dibujar los músculos pélvicos en el suelo con gomitas azules, es estupendo ponernos en círculo a palpar donde acaba el hueso de la pelvis (sí, ahí mismito) y la caracola que se trae para poner en el centro de la sala sin motivo aparente es muy agradable, pero una vez en materia, es fácil coger el tranquillo a la cosa, sobre todo cuando los ejercicios van acompañados de descripciones pintorescas como que imaginemos que tenemos un pincel en el culo o que atrapamos moscas con... Claro que, mi alemán tampoco es para tirar cohetes, y puede que nos esté diciendo algo totalmente distinto, pero de cualquier modo me lo paso bien. Además me gusta porque todas las chicas de la sala están más o menos como estoy yo. Vamos, que a mi salud mental sólo le falta que me ponga a dar saltos enfrente de un espejo al lado de una tipa que pese diez kilos menos que yo y tenga un mínimo de coordinación.

Así, motivada por estos pequeños éxitos, me he apuntado a otro cursillito en Abril. El único problema es que el poco vocabulario que estoy aprendiendo no parece tener mucho uso fuera del aula. Pero si algún día me encuentro en medio de una conversación sobre el aceite de almendra, o el suelo pélvico de alguien, estoy más que preparada.

3 comentarios:

  1. La verdad es que los cursos de recuperación son de lo más divertido! En el mío sí que había alguna que otra con cuerpo de corredora. Cuando nos tocaba a hacer ejercicio en pareja anda que no le metía caña ( risa malvada jajajaja)
    Bromas aparte, momentos sin retoños son muy agradables. Disfruto de cada ducha el gimnasio como si no hubiera un mañana...

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    1. Gimnasio! Eso suena muy bien ;) Por cierto, efectivamente, me temo que no entiendo una mierda de las explicaciones. Hoy me he dado cuenta de que lo que yo tomaba por "gummypant" (braga de goma) era "gummyband".

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  2. Jajaja Braga de goma??pero que artilugio de tortura es este???
    La verdad es que no entiendo tanta explicación para un curso que tiene que ser bastante físico. En el nuestro nos ponían a hacer flexiones y abominables laterales. Nada de atrapar moscas jajajaja

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