Es marzo de 2020
y son tiempos extraños. Nos preocupa el hecho de sólo nos quedan tres rollos de
papel higiénico. Gritamos a los niños para que se laven las manos al llegar a casa y
hablamos con la familia sólo por Internet. El sábado nos quedamos dormidos viendo
basura en el móvil. En realidad, las cosas no son muy diferentes para
nosotros en medio de la pandemia. Supongo que nuestra vida familiar era ya una
distopía y no nos habíamos dado cuenta.
Incluso esto del
teletrabajo con niños ya lo habíamos probado. Y jurado nunca jamás volver a
hacerlo. “Mejor cogerse un día de vacaciones”, decíamos. "Por salud mental",
añadíamos.
Cuanto el
monstruito era pequeño, contraté una babysitter para poder atender a una
reunión. Habrían pasado diez minutos cuando la chica me interrumpió para pedirme una
fregona. El monstruito había dejado muy claro, en marrón sobre la alfombra, lo
que opinaba del teletrabajo de mamá.
Creo que su
opinión no ha mejorado con los años. O la misma proteína que les hace inmune al
virus (madre mía, parece que escribo ciencia ficción), les hace también inmunes
a las videoconferencias.
Mis reuniones de
trabajo van más o menos así:
-Hallo team
Viene la mini traductora y se sienta en mis rodillas
-Hallo teeeeam
-Vamos a revisar
las tareas relativas al incremento de producto
Viene el monstruito, cuaderno de mates en mano
-Mamá
-¿Quién quiere
empezar con el primer punto de...?
-Mamá
Mamá, apartando el micrófono
-Espera cariño
Mini traductora
en el micrófono
-blah blah blah, jajaaa
Mamá, separando a la traductora
-Disculpadme momento, por favor
-¡Mamá!
-¡¡¡¡Qué!!!!
-Ya he acabado el
primer ejercicio de mates
-¡¡¡Pues haz el
siguiente!!!
Whatsapp arde.
Me mandan sugerencias de actividades
para hacer con niños. Peleas de almohadas, marionetas, el escondite… lo importante es crear una rutina. Recetas de bizcochos. No sé si reir o llorar.
La traductora sigue interactuando con mi equipo
-Hallo team. Ja
ja jaaaa
Mamá, al monstruito
-¿Dónde está tu
padre?
-Se ha encerrado con
la Tablet en el baño
Por favor,
ahórrenme los consejos. Ya lo hemos probado. Sí, eso también. Sí, de verdad. Ya nos lo han mandado. Desde los planes de trabajo
con rotuladores de colores hasta dejar la patrulla canina en bucle. Nuestras
reuniones coinciden, tu jefe te llama cuando no lo esperas, y la realidad de estos días es que
mientras atiendes a una conferencia, pones una lavadora y das vuelta a un
filete en la sartén, los niños son libres de hacer lo que les da la gana. Y,
querida amiga soltera, te aseguro que cuando los niños son libres para aburrirse, lo último que se
les ocurre es ponerse a hacer ejercicio o sacar un puzle de quinientas piezas. O sí, se les
ocurre, pero para tirarlas como nieve por el hueco de la escalera, y luego montarse un trineo con la esterilla de yoga.
Que qué tal la
semana, me preguntan. Pues no me ha dado tiempo a hacer la visita virtual que ofrece el Museo del Prado, por ponerlo de alguna manera. A ver si mañana.
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