De todas las
palabras que dice Daniel (cinco para ser exactos), hay una que repite varios cientos de
veces al dia "auto". O más bien "autoooo".
Los juguetes
favoritos de Daniel son, sin dudarlo ni por un un segundo, los coches. Para
Daniel la cosa más interesante en el mundo entero son los automóbiles. Por supuesto también le
gustan los balones, las cocinitas, los teléfonos móbiles y cualquier objeto
sucio, peligroso y/o fuera de su alcance, pero la relación con sus coches es
diferente, especial. Su triciclo le gusta tanto que quiere llevárselo a la
cama.
¿Tiene algo que ver con que sea un chico? Posiblemente. Pero creo que es en parte genético. Martin también tiene sus obsesiones. Desde luego en eso no ha salido a mí. A mi me cuesta un mundo reconocer mi propio coche en la calle (pista, la matrícula checa), y ahora que nieva simplemente he renunciado a conducir. Por su parte, Martin tiene otro tipo de problemas con otro tipo de cosas. A él le cuesta reconocer la ropa. Creo que para vestirse se rige por los principios "¿quepo dentro?" "¿No es rosa?" Me vale.
Cómo tantas otras
cosas que eran adorables de novios, ésta dejó de serlo al tener a Daniel.
Es, llamemoslo inconveniente, que Martin sea incapaz de recordar qué ropa
pertenece a su hijo y cual ha traído de la guardería y ande regalando los
pantalones que le compran las abuelas. Sé que si no fuera por mí Daniel habría
ido a la guardería en pijama algún día y sospecho que ésto va a ir a peor. Sólo puedo
rezar para que la moda del futuro sea permisiva con ellos.
¿Exagerada? Ni un
pelo. Ayer llegué a casa después de tomarme un par de vinos y me encontré a Daniel en la cama vestido de reno. Con cuernos. Y
abrazado al triciclo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario