1 - Hacer ejercicio. Si un niño de dos años tuviera la capacidad de moverse en línea recta, dejaría en evidencia a muchos corredores de maratón. Eso es lo que pienso mientras veo "Guerra de Cupcakes" tirada en el sofá y mi hijo cabalga sobre el aspirador. Sí, amigas, vuestro hijo puede ser el monitor de aeróbic más insistente que hayas tenido. Este año voy a ponerme esas zapatillas de correr que compré en el 98 y siguen como nuevas, y voy a llevarle regularmente a algún sitio abierto. Para la segunda fase reservo un parque con vallas, bancos, y otros obstáculos.
2 - Practicar idiomas. Daniel no tiene ningún problema en repetir "mandina, cosina, camemo, pintururas" hasta que el interlocutor no sólo entiende lo que quiere decir, sino que además le da lo que demanda. Mi alemán no tiene nada que envidiar al de mi hijo. Está claro que son sólo mis inhibiciones lo que me impiden conseguir lo que quiero.
3 - Vestir como quiera. Y hablando de inhibiciones, Daniel ha decidido que no le gustan las camisas y que en cambio le encanta llevar orejas de conejo. ¿Quién soy yo para impedírselo? Yo tengo el armario lleno de sombreros, saris y zapatos chinos que jamás me pondría en público. Creo que este año voy a hacer lo posible por encontrar una ocasión.
4 - Pararse a oler las flores. El camino de casa al supermercado está lleno de cosas interesantísimas. Hay un arbusto con frutos rojos, y una esquina que siempre está llena de hojas secas. Un día vimos una ardilla por el camino, circunstancia que podría repetirse en cualquier momento. Ver el mundo desde la óptica de tu hijo es a veces una experiencia comparable a fumarse un par de porros, e infinitamente más segura desde del punto de vista de mantener la custodia del niño.
5 - Repartir amor de forma honesta. Daniel tan pronto te da un abrazo sin venir a cuento como se niega a darle un besito a la tía que ha venido de lejos con un fantástico coche de bomberos. "Dale un besito" "No". "¡Daniel!, ¡un besito!" "Neiiiin". A veces pienso que sería genial hacer lo mismo. "Natalia, un besito a la suegra" "Noooooo".
6 - Pasar tiempo "in the zone". Si Daniel está jugando con un auto, se vuelve ciego y sordo hacia cualquier estímulo exterior. Cuando yo estoy haciendo cualquier cosa, normalmente la tengo que interrumpir veinte veces por el móvil, Internet, y mi marido "¿has visto mi cartera?" Lo cual, Internet dice, es muy poco productivo. Este año voy a volverme ocasional y oportunamente autista.
7 - Montar un pollo de proporciones bíblicas y después comerte a besos. ¿Recuerdas la última bronca que tuviste con alguien? ¿Esa que te dejó de mal humor para todo el día y provocó otras minibroncas con gente que nada tenía que ver con el asunto original? A Daniel eso no le pasa. Él puede gritar, ponerse rojo, darte patadas, vomitar, girar la cabeza 360 grados y hablar en lenguas extrañas, y al minuto estará sonriendo adorable sin memoria alguna del episodio.
8 - Vivir el momento. Durante estas Navidades Daniel se las arregló para comportarse como Valdemort en speed en Nochebuena y dormirse media hora antes de la cabalgata de reyes. Como todo el mundo sabe, los niños hacen las cosas más simpáticas cuando te has quedado sin batería en la cámara y las excursiones con bebés siempre están a una fiebre de cancelarse. Así las cosas a una sólo le queda apreciar esos momentos irrepetibles que el universo te obsequia a lo largo del día.
Nota: Hay una buena razón por la que existen convenciones sociales que te impiden poner en práctica tanto como quisieras lo que propongo en este post. Vestirse de geisha en el trabajo, negarle el saludo a la suegra y perder la consulta en el pediatra por pararte a oler las flores pueden traerte problemas. ¡Usa estos consejos con moderación!
2 - Practicar idiomas. Daniel no tiene ningún problema en repetir "mandina, cosina, camemo, pintururas" hasta que el interlocutor no sólo entiende lo que quiere decir, sino que además le da lo que demanda. Mi alemán no tiene nada que envidiar al de mi hijo. Está claro que son sólo mis inhibiciones lo que me impiden conseguir lo que quiero.
3 - Vestir como quiera. Y hablando de inhibiciones, Daniel ha decidido que no le gustan las camisas y que en cambio le encanta llevar orejas de conejo. ¿Quién soy yo para impedírselo? Yo tengo el armario lleno de sombreros, saris y zapatos chinos que jamás me pondría en público. Creo que este año voy a hacer lo posible por encontrar una ocasión.
4 - Pararse a oler las flores. El camino de casa al supermercado está lleno de cosas interesantísimas. Hay un arbusto con frutos rojos, y una esquina que siempre está llena de hojas secas. Un día vimos una ardilla por el camino, circunstancia que podría repetirse en cualquier momento. Ver el mundo desde la óptica de tu hijo es a veces una experiencia comparable a fumarse un par de porros, e infinitamente más segura desde del punto de vista de mantener la custodia del niño.
5 - Repartir amor de forma honesta. Daniel tan pronto te da un abrazo sin venir a cuento como se niega a darle un besito a la tía que ha venido de lejos con un fantástico coche de bomberos. "Dale un besito" "No". "¡Daniel!, ¡un besito!" "Neiiiin". A veces pienso que sería genial hacer lo mismo. "Natalia, un besito a la suegra" "Noooooo".
6 - Pasar tiempo "in the zone". Si Daniel está jugando con un auto, se vuelve ciego y sordo hacia cualquier estímulo exterior. Cuando yo estoy haciendo cualquier cosa, normalmente la tengo que interrumpir veinte veces por el móvil, Internet, y mi marido "¿has visto mi cartera?" Lo cual, Internet dice, es muy poco productivo. Este año voy a volverme ocasional y oportunamente autista.
7 - Montar un pollo de proporciones bíblicas y después comerte a besos. ¿Recuerdas la última bronca que tuviste con alguien? ¿Esa que te dejó de mal humor para todo el día y provocó otras minibroncas con gente que nada tenía que ver con el asunto original? A Daniel eso no le pasa. Él puede gritar, ponerse rojo, darte patadas, vomitar, girar la cabeza 360 grados y hablar en lenguas extrañas, y al minuto estará sonriendo adorable sin memoria alguna del episodio.
8 - Vivir el momento. Durante estas Navidades Daniel se las arregló para comportarse como Valdemort en speed en Nochebuena y dormirse media hora antes de la cabalgata de reyes. Como todo el mundo sabe, los niños hacen las cosas más simpáticas cuando te has quedado sin batería en la cámara y las excursiones con bebés siempre están a una fiebre de cancelarse. Así las cosas a una sólo le queda apreciar esos momentos irrepetibles que el universo te obsequia a lo largo del día.
Nota: Hay una buena razón por la que existen convenciones sociales que te impiden poner en práctica tanto como quisieras lo que propongo en este post. Vestirse de geisha en el trabajo, negarle el saludo a la suegra y perder la consulta en el pediatra por pararte a oler las flores pueden traerte problemas. ¡Usa estos consejos con moderación!
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