Alemania is different.
Por poner un ejemplo tonto, si llevas un tiempo viviendo aquí, llegas a tu casa en la Alemanienstrasse borracho perdido y te das cuenta de que no tienes la cartera, lo primero que piensas no es que te la han robado. Seguramente te la has dejado en un bar, y si consigues recordar en cual, allí estará esperándote a que vayas a recogerla. De la misma manera, si te dejas el coche con las llaves puestas y la puerta abierta y cuando vuelves no está sin duda alguna es que lo aparcaste donde no debías y se lo ha llevado la grúa alertada por algún vecino preocupado.
A estas alturas posiblemente has dejado de colarte en el metro. No porque las multas sean duras, sino porque te da penica esa señora mayor que te defiende cuando te pillan haciendo schwarzfahren. ¿No se da cuenta, señor revisor, que el pobre Auslander no sabía cuál era el ticket correcto?
Aquí se supone que la gente actúa de buena fe y los criminales potenciales están demasiado ocupados rellenando los papeles del Hartz IV. Hace poco, en los postes de la luz alrededor de mi casa apareció un cartel con la foto de un niño. ¿Una criatura extraviada? ¿Un pederasta en el barrio? No, un gorrito hecho a mano perdido en el parque.
Y es que los niños y jóvenes son los más protegidos. En carnavales son típicos los donuts. ¡Pero cuidado! Algunos tienen alcohol en el relleno. Si eres menor de edad, kein problem! la señorita de la panadería te lo recordará y no te los venderá, puedes estar tranquilo, mi joven amigo, no te vas a intoxicar accidentalmente a base de Berlinas rellenas de Baileys. Aquí la gente se toma las normas en serio.
Sí, no hay duda de que vivir en la patria del unicornio feliz le cambia a uno la manera de ver las cosas
Esta semana en clase de alemán tuvimos que comentar dos hipotéticas situaciones. En realidad era un test oculto para averiguar el grado de alemanización de la concurrencia.
Si reaccionas de forma diferente, no llevas el tiempo suficiente en Alemania. Vuelve a hacer el test en unos meses.
Sí, deberíamos estar felicísimos de vivir en esta, la tierra de las piruletas (sin azúcar) y sin embargo, hay algo que no me acaba de cuadrar.
-Mamá, ¿por qué vas a trabajar?
-Para ganar dinero, para comprarte trenes y autos
-Pero mamá ¡eso ya lo hace papá!
Empiezo a entender porqué Eva pudo querer marcharse del paraíso.
Por poner un ejemplo tonto, si llevas un tiempo viviendo aquí, llegas a tu casa en la Alemanienstrasse borracho perdido y te das cuenta de que no tienes la cartera, lo primero que piensas no es que te la han robado. Seguramente te la has dejado en un bar, y si consigues recordar en cual, allí estará esperándote a que vayas a recogerla. De la misma manera, si te dejas el coche con las llaves puestas y la puerta abierta y cuando vuelves no está sin duda alguna es que lo aparcaste donde no debías y se lo ha llevado la grúa alertada por algún vecino preocupado.
A estas alturas posiblemente has dejado de colarte en el metro. No porque las multas sean duras, sino porque te da penica esa señora mayor que te defiende cuando te pillan haciendo schwarzfahren. ¿No se da cuenta, señor revisor, que el pobre Auslander no sabía cuál era el ticket correcto?
Aquí se supone que la gente actúa de buena fe y los criminales potenciales están demasiado ocupados rellenando los papeles del Hartz IV. Hace poco, en los postes de la luz alrededor de mi casa apareció un cartel con la foto de un niño. ¿Una criatura extraviada? ¿Un pederasta en el barrio? No, un gorrito hecho a mano perdido en el parque.
Y es que los niños y jóvenes son los más protegidos. En carnavales son típicos los donuts. ¡Pero cuidado! Algunos tienen alcohol en el relleno. Si eres menor de edad, kein problem! la señorita de la panadería te lo recordará y no te los venderá, puedes estar tranquilo, mi joven amigo, no te vas a intoxicar accidentalmente a base de Berlinas rellenas de Baileys. Aquí la gente se toma las normas en serio.
Sí, no hay duda de que vivir en la patria del unicornio feliz le cambia a uno la manera de ver las cosas
Esta semana en clase de alemán tuvimos que comentar dos hipotéticas situaciones. En realidad era un test oculto para averiguar el grado de alemanización de la concurrencia.
- En el aeropuerto, cuando te dispones a sacar un ticket de metro para el centro, un señor se ofrece a llevarte en coche hasta la puerta de tu casa por el mismo precio. ¿Cuál es tu reacción? "Por supuesto, amable caballero, le sigo encantada al subterráneo donde tiene aparcado su vehículo".
- Un señor te pide tu ticket de metro que ya no vas a utilizar para revenderlo por un euro. Alega que su pensión no le da para vivir. ¿Le das el ticket? "Claro que no, eso es ilegal".
Si reaccionas de forma diferente, no llevas el tiempo suficiente en Alemania. Vuelve a hacer el test en unos meses.
Sí, deberíamos estar felicísimos de vivir en esta, la tierra de las piruletas (sin azúcar) y sin embargo, hay algo que no me acaba de cuadrar.
-Mamá, ¿por qué vas a trabajar?
-Para ganar dinero, para comprarte trenes y autos
-Pero mamá ¡eso ya lo hace papá!
Empiezo a entender porqué Eva pudo querer marcharse del paraíso.
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