Es uno
de esos raros días de sol en Núremberg. Mamá saborea un Aperol y se imagina que la playa artificial en la que ha instalado su tumbona acaba en el océano, en lugar de la carretera. Al lado de la
piscina infantil, un rubio de tres años juega a tirar arena a los otros niños, se baja los pantalones, lanza juguetes al agua y en general se comporta como un pequeño capullo. Mamá da otro sorbo al Aperol, se pone las gafas de sol y se reclina en la tumbona hasta que el niño sale de su campo de visión.
-Mamaaaaa!!! Otra criatura berrea en alemán algo sobre el renacuajo rubio y la arena. No sabemos exactamente el qué porque la mamá tararea "Blister in the sun" para no enterarse de qué va la historia.
Otra madre interviene en la disputa infantil. A mamá le parece muy bien que alguien tome la iniciativa. La situación parece controlada, así una puede concentrarse en levantarse los pantalones para que el sol le coja un poco las pantorrillas.
El renacuajo rubio sigue tirando cubos de arena a la piscina "Juajuajuaaaaa". Las otras mamás del parque empiezan a comentar. Mamá hace "tsk, tsk, tsk" en solidaridad. Algunos padres consienten todo a sus hijos...
Después se hace el silencio. Mamá sabe que eso no es buena señal. El rubiales debe estar tramando alguna maldad de las gordas. Mamá suspira, se levanta, se disculpa brevemente ante la familia a la que su hijo estaba pidiendo comida, lo mete en el carro a la fuerza, sonríe a las otras madres, que se quedan atónitas, y desaparece lo más rápido posible.
Tres meses después...
Es una de esas bodas con más de trescientos invitados en la que mamá tiene la esperanza de poder terminar el primer plato mientras las trastadas de su hijo se confunden en la multitud de críos con sobredosis de azucar y ganas de destrozar pantalones nuevos.
Previsiblemente ya antes de servir los aperitivos la chiquillada compite por el título de mayor pequeño salvaje, pero cualquiera que observa un minuto la pelea de almohadas improvisada con la decoración de la sala no puede ignorar la cabeza rubia que lidera al grupo. Y cualquiera que echa un vistazo al salón, no puede ignorar el hecho de que entre los más de trescientos invitados sólo hay una pareja con los genes necesarios para engendrar el único especímen de centro-europeo en la muestra de pequeños humanos. Así, mientras papá está ocupado disertando sobre tipos de cerveza con un señor del Punjab, mamá ha fracasado en el intento de convencer al pequeño monstruo para dejar de revolcarse por el escenario, o por lo menos hacerlo con los pantalones puestos, y no le queda más remedio que sonreír educadamente cada vez que alguien se acerca a la mesa para comentar "your kid seems to be having a lot of fun".
...el karma.
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