Ayer, leyendo mierda en Internet, tuve un momento de esos que podrían llamarse una epifanía o una exaltación de
lo obvio. No sé si he descubierto el secreto de un matrimonio feliz o estoy a
punto de escribir una payasada, pero bueno, como estamos en familia, aquí está.
¿Sabías que las nutrias se dan la mano cuando duermen para que
la corriente no las separe por la noche? Sísí. ¡Claro!
¡Ese es el secreto! ¡Las nutrias!
Imagina
que por la razón que fuera, por ejemplo un supervillano al que no se le ha
pagado un debido chantaje[1],
el espacio-tiempo se deformara cada noche de modo que uno no supiera dónde y
cuando se va a despertar. Podría ser, ¿no? En esa situación me imagino que todo
lo material perdería valor. Uno se despertaría una noche en una mansión y la
siguiente bajo un puente. Se podría como mucho atarse una maleta al pie con las
cosas más queridas de este mundo, y por supuesto cogerse de la mano con la pareja.
Si
tuviéramos que darnos la mano cada noche para estar seguros de despertar juntos
por la mañana, uno no podría lanzar amenazas al aire “si no lavas los platos me
voy de casa” porque el cónyuge sabría que tal ofensa no justifica una
separación radical y permanente y te aceptaría el órdago. “Vete de casa, haz lo
que te plazca, pero si todavía me quieres y no quieres perderme de vista para
siempre en la curva espacio-temporal, más vale que estés esta noche a mi lado
para darme la mano”.
Incluso
actos terribles cometidos durante el día tendrían su desenlace al llegar la
noche, sin necesidad de drama accesorio. “Me has puesto los cuernos, has
vendido mi madre a un grupo mafioso y has sodomizado a mi gato, pero no estoy
segura de querer separarme de ti definitivamente, así que, ¡Venga, va! dame la
mano”.
Si
llegado el momento tu pareja decide no darte más la mano, el disgusto te lo
llevarías igual, pero por lo menos te ahorrarías esos mensajes lamentables a
las tres de la mañana, y esas horas perdidas estudiando cuando se conecta y
desconecta del wassap. Todo ventajas. La nutria sabe.
Supongo
que pasado un tiempo prudencial la cosa evolucionaría en direcciones
probablemente sórdidas. Me imagino que el concepto pareja desaparecería al cabo del tiempo,
excepto para los católicos, a los que se les pondría unas esposas y se tiraría
la llave al mar, y en general solucionaríamos los problemas de forma más
primitiva. Puesto que no puedo separarme de ti ni siquiera una noche, voy a
darte la mano, sí, pero después de dejártela impresa en la cara.
En fin,
lo que es yo, si no fuera por los viajes de trabajo y las largas noches de
Celtic Heroes, probaría el modelo nutria. Me gusta lo de cogerse de la manita.
[1] Y quien va a culpar al
gobierno mundial de no pagar tal y como está el patio. España tendría que pagar
su parte en bonos basura y bloques de hormigón.
Los contratos más antiguos que existen en Europa se hacían en unas figuritas de dos manos enlazadas. Era la fides, que de ahí viene fiel, confidente y fe. Los griegos decían proxenos: "entre desconocidos". No eran siempre matrimoniales, expresaban mutua confianza, se supone que para temas de préstamos y otras cosas. Algunas tribus en España tenían un tipo de fides extrema, solía unir a caballero y hueste y los soldados se mataban si moría el jefe. Igual descendemos de la nutria o de los agapornis.
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