Hoy en el curso de alemán, tenía planeado esconderme detrás de mi
colega china y dormitar plácidamente. No es algo de lo que me sienta orgullosa,
pero criar a un bebé de quince meses a veces se parece a alimentar a un mono
con cucharilla y cambiar los pañales a una cabra… mientras el uno lucha con la
otra.
En fin, por desgracia no pude dormir mucho, porque la maternidad
era el tema del día y tenía que dar mi opinión. Bueno, no tenía por qué darla
pero en general me cuesta mantener la boca cerrada, incluso cuando la pregunta
en cuestión es totalmente idiota. Así pues, ¿creo o no creo que haya suficientes
parques infantiles en Núremberg?
Sí, desde luego. Hay tantos parques infantiles en Núremberg que los
padres del mismo barrio casi nunca se encuentran por casualidad. Hay tantos que
una amiga mía suele buscar alguno “que esté vacío”. La idea de que alguien
pueda reclamar más parques infantiles me recuerda que la gente de este país no
tiene problemas de verdad.
Estamos en el primer mundo del primer mundo. Un lugar estupendo
para ser madre… hasta que se te ocurre trabajar, claro. ¿Por qué harías algo
así? ¡Los parques infantiles se quedarían sin usar! A veces imagino esta
conversación en el ayuntamiento:
-Señor, esas madres… siguen buscando trabajo. A tiempo parcial en
la mayoría de los casos, pero hay más y más madres que quieren compartir el
tiempo de maternidad con sus Männer.
-¡No! ¿Por qué? ¿No están felices y zufrieden zu Hause?
-A lo mejor no, señor. ¿Echarán algo en falta?
-¿Qué podría ser? Was? Hemos contratado al mismo Diablo para
diseñar el proceso de acceso a guarderías.
-Ni idea, señor. Pero tenemos un correo de una señora que pide más
parques infantiles. Y tenemos todo este dinero para gastar… ¡Construyamos más
parques infantiles!
-Ja, gut, hagamos eso. Y Hans, me pones de los nervios ¡para ya de
comer chucrut!
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