Antes de
darme cuenta de que las tiendas de ropa de Inditex normalmente tienen una
sección de críos solía comprar mucho en Mothercare. Es curioso, cuando una tiene hijos de
repente aparecen en el mundo cambiadores, kid's corners y tiendas
de patucos que previamente eran invisibles. En fin, Mothercare. Aparte de los pijamas con orejas de osito (por los que
siento debilidad posiblemente
Freudiana) había una cosa que me encantaba. Tenían una frase escrita en las
bolsas "Para criar a un niño
hace falta la tribu entera", y un manifiesto que básicamente venía a
decir que tenías derecho a una vida incluso después de tener hijos.
Probablemente
la frase, impresa en la bolsa en la que me llevaba el sacaleches, se refería en
su sentido original al hecho de que el niño necesita a toda la tribu. Que la
sociedad entera es responsable de su educación y su bienestar. Es
evidente que esta idea se pervirtió un pelín en el manifiesto, redactado con el
sano objetivo de vender baberos a treinta euros, para decir más bien que “mamá
necesita a la tribu”. En cualquier caso no
puedo evitar gritar ¡Amén! La cosa es así. Si la tribu está cerca, mamá
está relajada. Si mamá está relajada es mejor persona. Si mamá es mejor persona
no se cabrea con Martin, no se divorcia, reduce la ingesta de alcohol, y todos
ganamos en gastos de justicia, sanidad pública, sicólogos, vodka, etc.
Esto sirve de prueba de que a gente como yo es
posible convencernos de lo que sea con
una miaja de literatura. También
es evidencia de un buen departamento de márketing con conocimiento de su
target, básicamente madres trabajadoras que se ponen al borde del orgasmo
cuando les dices que no tienen el mundo entero sobre los hombros. Me pasó algo
parecido con la Body Shop "Hay 3.000 millones de mujeres en el mundo. Ocho
de ellas son top models". Chica de más de cincuenta kilos y menos de 1,70
cm. Target clarísimo...
Volviendo
al tema, cualquier madre española en Alemania te dirá cuánto echa de
menos su tribu. La tribu, en general. Que el entorno en el que vives te
haga saber que te considera persona además de madre. Tenemos la familia
lejos, y sufrimos la retorcida mentalidad del estado alemán, que se
encarga de decirte de mil maneras que los hijos son exclusivamente tu responsabilidad.
Por ejemplo, en el hecho de que tu marido cobre más dinero si tú no trabajas,
en los horarios de guardería, pensados para que puedas hacer poco más que ir a
clase de Pilates, en la trampa del trabajo a tiempo parcial, en esos amigos
alemanes que jamás de los jamases dejan al niño solo contigo (o cualquier otra
persona para el caso) y en el mismo lenguaje, que tiene una bonita palabra para
definir a la que difiera de esa perspectiva: Rabenmutter (madre cuervo).
La tribu
entera. Esto es algo que me viene mucho a la cabeza cuando estoy
en España, con toda mi tribu. Es curioso, tantos años pensando que
la familia cuanto más lejos mejor, y ahora me vuelvo loca por volver a casa de vacaciones.
El pequeño monstruo le ha dado otra vuelta de tuerca a la idea de la tribu. Ha
logrado lo que parecía imposible. No, no, es que mamá pueda salir a tomarse un
café con vestido blanco y tacones, que también está bien. El milagro es que
mamá renuncie al café por lo estupendamente que se lo está pasando en
familia, con la tía haciendo el bobo, Daniel partiéndose de risa y al abuelo y
la abuela conversando cívicamente bajo el mismo techo después de catorce años.
Sin entrar siquiera en el tema de quién pagará las pensiones del futuro, Daniel me ha demostrado que la
tribu necesita al niño tanto como el niño (y mamá) necesitan a la tribu.
Nota: Aquí la única versión que he encontrado del texto en Internet. Curiosa
página para hacer apología sobre la
maternidad compartida.
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