La semana pasada
tuvimos la reunión en la guarde con la enana maldita. Esa en la que teníamos
que hablar de cuándo y cómo mi hijo se toca sus partes.
Le entregué mis folios cien por cien inventados con la ayuda de mi cónyuge. "Hizo la caquita bien, luego
jugamos con los autos y se tocó el pene" ¿Qué escribo que había comido? Pon
que paella y jamón serrano, vamos a darle envidia, a la enana. La
cuidadora nos dijo que nuestras observaciones coincidían plenamente con las
suyas, y nos pusimos de acuerdo en vestirle con dos capas de ropa interior. Por
el bien común espero que no estemos contribuyendo a ningún tipo de proyecto de
investigación con toda esta tontuna.
En fin, luego
pasamos a otros temas y hablamos de cómo estaba progresando en el lenguaje,
tema bastante más interesante en caso de proyecto de investigación, por cierto,
y ahí la enana comentó que si queríamos, hiciéramos una lista con las
palabras que solía utilizar en español o en checo. ¡Qué cachonda!
Si lo hiciéramos,
tendría esta pinta: Krtecek, pronunciado cheke, son los dibujos animados
favoritos de mi hijo. Nakladní auto, pronunciado kani es un remolque. Si
entendemos a mí hijo cuando habla es gracias a su destreza con la comunicación
no verbal, esa insistencia, ese dedo índice extendido, y ese don sobrenatural
que les baja del cielo a los padres cuando la criatura cumple el año y que les
hace reconocer que “¡ah!” significa "mamá, ponme cremita, tengo el culo
irritado".
Espero que no
nos consideren malos padres por no escribir la lista. Tendríamos que incluir
palabras como "tanke" y "pinkinki", grande y pequeño
respectivamente. Mis padres cuando las oyeron dijeron "mira que bien, con
este niño vamos a aprender alemán". Y lamento mucho haberme reído de
ellos. Ahora que lo pienso, hubiera sido genial ver a mi madre en una tienda en
Nuremberg con un jersey en la mano insistiendo a la dependienta “pinkinki,
pinkinki”.
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