viernes, 16 de agosto de 2013

Dani hace un descubrimiento

Querida amiga, ¿te has parado alguna vez a observar con qué frecuencia tu hijo se toca las gónadas? Pregunto. Debe ser más normal de lo que yo me figuro, visto lo que nos plantearon en la guarde la semana pasada. Que apuntemos cómo y cuando nuestro hijo de dos años se rasca los huevos.

Por supuesto no lo plantearon así. Fue peor. La idea vino de la responsable del grupo de mi niño, o como la apodamos cariñosamente en casa, la enana maldita. Esa es la que me llama cada vez que estoy de viaje, la que no deja comer tomate al niño porque insiste en una alergia totalmente imaginaria, y la que me mira con esa cara de monja cotilla cuando me pregunta "¿ha habido algún cambio en casa últimamente?", que quiere decir "¿Esa madre desnaturalizada, esa Rabbenmuter insiste en trabajar?"

La última obsesión de la enana maldita es que hagamos al niño un chequeo com-ple-to. ¿La razón? Que come mucho y está delgado. Le pedí que lo escribiera. Quiero enseñárselo al pediatra a la vez que sugiero que le saquen sangre al niño y le hagan una radiografía porque no tiene los muslos rollizos. Nos vamos a echar unas risas.

El caso es que la enana maldita no sólo escribió tres párrafos detallando tales síntomas terribles, sino que lo acompañó de unas tablas y cuestionarios en los que debemos rellenar cómo es la caquita del niño y cuando se toca los huevos, porque entre otras cuestiones la enana sospecha que el niño se rasca cuando no digiere bien.

Es cierto que de un tiempo a esta parte Daniel se ha descubierto el pito y le encanta jugar con él. No sé si como madre intento justificar lo injustificable, pero lo cierto es que tal cambio en el comportamiento no me parece escandaloso y no creo que tenga nada que ver con la digestión. Es verano, el niño tiene el tema accesible, y le hace gracia sacarlo del pañal. Como el peque ha descubierto el placer de tocarse los testículos antes de familiarizarse con las normas sociales que rigen los tocamientos nos pone en situaciones en las que es oír risas y saber que el nene está enseñándoles el pajarito a las parejas que disfrutan de la sobremesa en la terraza del parque.

Su padre ha abordado el tema haciéndole notar al niño que, aunque él también tiene pito, lo lleva guardado la mayoría del tiempo, a lo que su hijo responde cogiéndose sus cosas y repitiendo con toda la alegría del mundo "¡pito! ¡pito! ¡pito!". Creo que su padre le mira entonces con algo de envidia. Tú lo sabes como yo, amiga mía, si se viera bien tocarse el pene en público, los hombres sólo dejarían de hacerlo ocasionalmente para rascarse las nalgas.

En fin, lo más molesto del tema, que era tener que cambiarle cada vez que se meaba encima lo hemos más o menos solucionado rescatando los bodies del armario, y en cuanto al cuestionario de la enana maldita, lo voy a rellenar enfrente de un ron con cola. ¿Cuándo se mete la mano dentro del pañal? Mayormente en dos ocasiones: cuando le pica y cuando le apetece.

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