miércoles, 28 de agosto de 2013

Sobre los sueños

Muchos padres y educadores bienintencionados creen que en la vida de un niño todo lo que hacemos tiene el potencial de desencadenar tornados de proporciones bíblicas que acaben decidiendo si tu hijo será un adicto al las drogas de diseño o un presidente de diputación regional. Creen que todo lo que les dicen a sus retoños podrá ser repetido años más tarde en la consulta de un psiquiatra. Y se estresan.

Queridas amigas, seamos serias. Un helado antes de comer no va a hacer obeso al niño, y una escuela u otra no es la diferencia entre ser astronauta o el tipo que anda por el parque sin pantalones. ¿Que cómo lo sé? No, claro que no lo sé. Pero a mi hijo le aventuran el peor y el mejor de los destinos dependiendo del día y he acabado convencida de que las posibilidades simplemente se anulan como Feynman predice sabiamente, y al final lo que será en el futuro lo decidirán los amigos con los que se sienta en clase. Como ha pasado toda la vida, vamos. Tranquila madre, el hecho de que un pequeño sicópata comparta pupitre con tu hijo está totalmente fuera de tu control. En mis tiempos por lo menos, dependía del apellido del padre.

Si hacemos caso a las abuelas, el hablar cuatro idiomas puede llevarte a la ONU o al circo mundial. Y es cierto. Tener dos piernas puede llevarte a Mongolia o a un lupanar. Las piernas vienen con los genes, para qué las utilices depende sólo de ti. Esto es algo que me propongo explicar a mi hijo. Pero sin dramatizar, sin mirarle con ojos húmedos de orgullo y emoción que dicen "puedes ser lo que quieras, siempre que seas médico o abogado", sin sacar del bolsillo esas frases de autoayuda de mercadillo que tanto daño han hecho.

Sí, sí, me refiero a esas cosas en la línea de "sigue tu sueño y el universo conspirará en tu ayuda. Sigue tu sueño o tendrás que seguir el sueño de otro, sigue tu sueño, ¡ostras! O será tu culpa si eres un puto fracasado, sigue tu sueño y si tienes varios, escoge uno, porque todos tenemos UN sueño y si no lo seguimos nuestra vida no tiene sentido y seremos infelices, y no importa llegar a ser presidente del mundo si EL SUEÑO era formar parte de un equipo profesional de waterpolo"... En general cuando hable con mi hijo tendré como norma evitar todo aquello que sea susceptible de venir empaquetado en un powerpoint con gaticos o un fondo de cerezos en flor.

El universo conspira, si tu sueño es realista y curras. El universo no te va negar esas oposiciones a conserje. Faltaría. ¡Ah, que tu sueño es ser neurocirujano y tener un yate como una casa de grande! ¿Y has estudiado antropología? Mmmmya…, dice el universo.

Si desde pequeño quieres ser veterinario y en tu país la educación sigue siendo universal y gratuita, ¡enhorabuena! Tienes muchas probabilidades de que tu sueño se cumpla. Pero esa no es la norma. Nadie crece queriendo trabajar en el CSIC como  especialista en diseño de componentes para redes ópticas. Y sin embargo, ya puede empezar a conspirar el universo, porque la preparación para serlo comienza a los tres años, cuando Coco te enseña a contar hasta diez. No, gracias al cielo, algunos sueños te los encuentras por el camino de la vida, cuando siembras unas clases de Alemán por aquí, una beca por allí, un amigo por acullá.... y de repente descubres algo que te apasiona. Y eso es bueno, muy bueno. Porque si el sueño de una chica es ser un ángel de Victoria Secret, pero mide metro y medio y tiene una copa A de sujetador, y además se llama Fernando, está jodida. Sí sí, puede luchar contra los cánones de belleza establecidos, y demostrar que a ilusión no le gana nadie, y dejarse las uñas y las rodillas en el intento... o estudiar alguna cosita que le guste, encontrar otra vocación lejos de la lencería, y si acaso hacer unos pases de bragas a la familia en las sobremesas del domingo.

Sí, cariño, puedes ser lo que quieras... puedes ser Batman, si te apetece. Pero que sepas que vas a necesitar conocimientos avanzados de mecánica, ingeniería electrónica y física en general. Y horas de gimnasio. Y ponerte pronto con ello, porque un Batman fondón no tiene carisma. Y, por cierto, una cantidad considerable de dinero. Con lo cual, lo que te recomendaría es que en lugar de perseguir como un borrico El sueño con mayúsculas y mirar presentaciones chorras de powerpoint, estudies, curres, siembres aquí y allá, sin saber lo que vas a recoger, te emociones con los sueños de otros y los hagas tuyos, te juntes a gente con tu mismo sueño y lo hagas más grande, o inspires a alguien con un sueño que luego se cumpla o no, porque el tiempo de los sueños individuales ha pasado. Una colección de wannabe Batmans aislados es triste y hortera, y no tiene ningún sentido. Pero un equipo de Batmans, cada uno con conocimientos específicos, con un responsable de diseño, un personal trainer y un buen crowdfunding apoyando, sería una cosa digna de verse.

Y bueno, al final lo cierto es que no me preocupa demasiado lo que sea mi hijo. Los genes están ya echados, y con esos cuatro idiomas con los que va a crecer confío en que sepa ganarse el pan, aunque sea pidiendo la voluntad por corregir las cartas de los restaurantes españoles en Berlín. ¿Nos odiará por ello? ¿Nos culpará por no haberle apoyado? ¿O al contrario, por haberle presionado? ¿Le parecerán insuficientes los codazos que se dará su madre por meterle en la mejor escuela? Posiblemente, como a todos los hijos. Por eso dejo constancia aquí, por escrito, por si tengo que defenderme más tarde en la consulta de un psiquiatra. Cariño, para que veas que creíamos en ti sin presionarte. Mamá te dijo una vez que podías llegar a ser Batman.

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