lunes, 26 de febrero de 2018

El monstruito trilingüe y el Ordnung

El Ordnung es muy importante por estos barrios. En la escuela los niños no sólo tienen que mantener su mesa, su mochila y su estuche en orden, sino que tienen que hablar y escribir ordenadamente, in Ordnung. Mi hijo y el Ordnung no se llevan bien. Ni en casa, ni en el cole.

"No es tan importante, mamá". Me dice el pequeño monstruo cuando le pregunto porqué su mesa de trabajo tiene la pinta de haberse salvado por los pelos de un naufragio. Tiene razón el pequeño, en que dependiendo del punto de vista que tomemos, hasta nuestra propia existencia es irrelevante, pero si consideramos la evaluación de mitad de curso en la escuela del monstruito, el Ordnung es lo más importante del mundo.

Así que presionada por el colegio, y porqué no admitirlo, tratando también de conseguir que la gente que entra en mi casa deje de gritar "¡Dios santo! ¡Os han robado!" he puesto en práctica una idea que, modestia aparte, es genial. Es un juego de la Oca modificado: el monstruito tiene tres tiradas de dados para llegar al final del juego y conseguir un premio. Las casillas tienen preguntas del tipo "¿está el abrigo colgado? ¿Te has lavado los dientes?" y dependiendo de la respuesta, uno avanza o retrocede.

A mi hijo le encantan los juegos y le encanta el premio (una carta de Pokémon) así que después de una semana de jugar, no tengo que recordar al monstruito que tiene que acabar los deberes, ayudar a recoger la mesa, preparar su mochila, ponerse el pijama... un éxito redondo. ¿O no?

El caso es que me he dado cuenta de que con este método podría convencer al monstruito de hacer lo que quisiera. Si en lugar de la casilla "¿Están los juguetes recogidos?" tuviera la casilla "¿has ofrecido el sacrificio diario al dios Bulky de la montaña?" mi hijo se aseguraría de tener carne fresca en el altar cada noche. ¿Por qué? ¿Porque Bulky se merece eso y más? ¡No! ¡Porque al final del día tendría más probabilidades de ganar una carta de Pokémon!

Darme cuenta de esto me ha producido un ligero malestar. Sobre todo cuando constato que el enfoque de la escuela en lo que al Ordnung se refiere es a veces muy parecido. No sé si a ellos les funciona su método del diario "hoy he escuchado en clase", pero es que no conocen a mi hijo. Mi juego funciona. Los deberes están hechos, y ya no tengo que recoger sus calcetines sucios del suelo, y sin embargo... Imagina que tu pareja sólo hiciera la mitad que le corresponde en casa por la oportunidad de ganar cincuenta euros cada noche.

Alguien me dirá que tengo que explicarle a mi hijo que el orden sirve para mejorar la convivencia. Pero quién piense que puede convencer a su hijo de seis años con razonamientos lógicos para ser más ordenado es que todavía no sabe cómo funcionan los niños. Me explicarán también la importancia de crear hábitos, pero tengo que responder con escepticismo. Creo que incluso los hábitos deberían crearse sin perder de vista las buenas razones. Tengo la incómoda impresión de que estamos haciendo todo lo posible porque nuestros hijos encajen en un molde, ¡ah, el Ordnung! y ya les explicaremos el porqué cuando crezcan. Y ahí tenemos otra pregunta incómoda: ¿porqué necesitamos que los niños estén callados en clase, que no den la lata, que hablen sólo cuando se les pregunta, que tengan su estuche y su mesa en orden? Pues en gran medida, porque si no la vida de los profesores sería un infierno. Es comprensible, como es comprensible que mi vida es más fácil también si no tengo que gritarle a mi hijo para que ponga el abrigo en la percha.

Así que al final igual tenía algo de razón el monstruito cuando decía que no es tan importante, mamá. Al menos tenía más razón que ahora, que piensa que recoger la mesa es importante porque puedes ganar una carta de Pokémon.