domingo, 29 de marzo de 2020

Tías, os lo paso por si acaso

Cuando yo era pequeña, a las nueve de la noche mi abuela decía, “¡que dan el parte!”, y nos sentábamos todos en el salón a ver el telediario de la primera. Aunque siento una nostalgia natural por cualquier tiempo pasado que parece mejor, reconozco que antes no estábamos bien informados. Una televisión estatal no deja de ser tendenciosa, y los periódicos, incluso en democracia, llegan hasta donde llegan. Ahora tenemos acceso a las noticias, no sólo a cualquier hora, sino también a cualquier medio, no sólo a cientos o miles de televisiones y periódicos del mundo, sino también a millones de fuentes de opinión, incluso a la opinión de personas anónimas que viven a miles de kilómetros de ti. Bla bla bla.

Por ejemplo, hoy. Son las nueve, la hora del parte, y estoy en el sofá de mi casa escuchando la opinión de un señor que, retrato de Franco en la mesilla, dice que todos en el gobierno son, además de genocidas, tontos del culo. Luego escucho a un ginecólogo argentino que dice que para librarse de esta peste lo mejor es hacer vahos. No. Por la boca. Me parece mejor consejo que el del presidente de los Estados Unidos, que sugiere tomar a pelo una medicina contra la malaria. Pero oye, allá cada uno y su médico online. Me sugieren un artículo de Noam Chomski. Son tres líneas. En español. Este señor se ha vuelto un poco vago. Chicas, os mando esto, por si acaso. El ejercito nos va a echar desinfectante en la cara. Si algo deduzco de este parte es que la cosa está mal, desde luego. Da igual a quién preguntes. Pero cómo de mal está la cosa, depende. No atienden a pacientes terminales, no atienden a mayores de 75 años, nos roban los respiradores, falsean las cifras. Esperan a que muera más gente para vender la vacuna. Es todo un plan de los judíos masones. ¡Vamos a morir!

Si es que no nos cuentan todo. ¿En serio? Dime, ¿qué quieres que te cuenten? Hay para elegir. Teorías conspiratorias, remedios caseros que el gobierno de Cuba no quiere compartir, e insultos al político de tu elección. ¿Sabes que el de la coleta tiene una ambulancia esperando a la puerta de su casa? No importa cuan descabellada sea tu intuición. ¿Quieres oír que este es un virus hecho en un laboratorio para castigar a Italia por su acercamiento a Putin? Siempre hay alguien, por lo menos un alma gemela por así decirlo, que piensa exactamente como tú. El problema, creo yo, es que te cuentan demasiado. La verdad tiene que estar ahí fuera, pero cuando abro la puerta de mi casa para ir a buscarla, me cae un cubo de basura en la cara.

¿No te parece un problema? ¿Crees saber distinguir la verdad de la falsedad? No mientas, amiga. Todos nos creemos cualquier cosa que nos manden con una foto chula y el nombre de alguien respetable al fondo.



Es estos tiempos de estado de sitio, yo creo que se hace imprescindible, si aún no la tenéis, designar una inquisidora en vuestro grupo. Podéis rotar según el día. Esta sería la que así de entrada no se cree nada. La que dice que, si ese médico te fuera a operar, le pedirías referencias, la que pregunta en qué estudio está comprobada la eficacia de hacer gárgaras con vinagre. La que pide datos, y no me refiero a números aleatorios en una cadena de wassap tipo “España tiene un millón de políticos por habitante”. La que se molesta en buscar las fuentes, como si nos hubiéramos bebido el último botellín de agua potable en el desierto, y la que dice ¡por favor! Y pone los ojos en blanco hasta que se hace daño en los párpados.

Cuando te pueda la impotencia, y pienses que sólo Amancio Ortega y sus chubasqueros reciclados pueden salvarnos, céntrate en esta labor tan digna que te ofrezco, acéptala con honor, con el sacrificio que conlleva que tu amiga bienintencionada te diga “¡pues será mejor que nada!” y que te repitan “pues hay muchas cosas que no están comprobadas y funcionan” y que te lancen el vídeo viral del cuñado de tu vecino como arma arrojadiza. Al final, nos olvidaremos de esta vistosa colección de bulos y hasta puede que sepamos la verdad.

Para acabar, una frase que puede que sí sea de Churchill
“In wartime, truth is so precious that she should always be attended by a bodyguard of lies.”

Pues eso, amigas. Manteneos sanas, pero también despiertas.

lunes, 23 de marzo de 2020

Teletrabajo durante el apocalipsis


Es marzo de 2020 y son tiempos extraños. Nos preocupa el hecho de sólo nos quedan tres rollos de papel higiénico. Gritamos a los niños para que se laven las manos al llegar a casa y hablamos con la familia sólo por Internet. El sábado nos quedamos dormidos viendo basura en el móvil. En realidad, las cosas no son muy diferentes para nosotros en medio de la pandemia. Supongo que nuestra vida familiar era ya una distopía y no nos habíamos dado cuenta.

Incluso esto del teletrabajo con niños ya lo habíamos probado. Y jurado nunca jamás volver a hacerlo. “Mejor cogerse un día de vacaciones”, decíamos. "Por salud mental", añadíamos.

Cuanto el monstruito era pequeño, contraté una babysitter para poder atender a una reunión. Habrían pasado diez minutos cuando la chica me interrumpió para pedirme una fregona. El monstruito había dejado muy claro, en marrón sobre la alfombra, lo que opinaba del teletrabajo de mamá.

Creo que su opinión no ha mejorado con los años. O la misma proteína que les hace inmune al virus (madre mía, parece que escribo ciencia ficción), les hace también inmunes a las videoconferencias.
Mis reuniones de trabajo van más o menos así:

-Hallo team

Viene la mini traductora y se sienta en mis rodillas

-Hallo teeeeam

-Vamos a revisar las tareas relativas al incremento de producto

Viene el monstruito, cuaderno de mates en mano

-Mamá

-¿Quién quiere empezar con el primer punto de...?

-Mamá

Mamá, apartando el micrófono

-Espera cariño

Mini traductora en el micrófono

-blah blah blah, jajaaa

Mamá, separando a la traductora

-Disculpadme momento, por favor

-¡Mamá!

-¡¡¡¡Qué!!!!

-Ya he acabado el primer ejercicio de mates

-¡¡¡Pues haz el siguiente!!!

Whatsapp arde. Me mandan sugerencias de actividades para hacer con niños. Peleas de almohadas, marionetas, el escondite… lo importante es crear una rutina. Recetas de bizcochos. No sé si reir o llorar.

La traductora sigue interactuando con mi equipo

-Hallo team. Ja ja jaaaa

Mamá, al monstruito

-¿Dónde está tu padre?

-Se ha encerrado con la Tablet en el baño

Por favor, ahórrenme los consejos. Ya lo hemos probado. Sí, eso también. Sí, de verdad. Ya nos lo han mandado. Desde los planes de trabajo con rotuladores de colores hasta dejar la patrulla canina en bucle. Nuestras reuniones coinciden, tu jefe te llama cuando no lo esperas, y la realidad de estos días es que mientras atiendes a una conferencia, pones una lavadora y das vuelta a un filete en la sartén, los niños son libres de hacer lo que les da la gana. Y, querida amiga soltera, te aseguro que cuando los niños son libres para aburrirse, lo último que se les ocurre es ponerse a hacer ejercicio o sacar un puzle de quinientas piezas. O sí, se les ocurre, pero para tirarlas como nieve por el hueco de la escalera, y luego montarse un trineo con la esterilla de yoga.

Que qué tal la semana, me preguntan. Pues no me ha dado tiempo a hacer la visita virtual que ofrece el Museo del Prado, por ponerlo de alguna manera. A ver si mañana.



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