lunes, 28 de julio de 2014

Wahrscheinlich papa

Martin me dice que a veces me molesto por cosas muy tontas. Puede que sea cierto, pero hay que tener en cuenta que a él ni las cosas tontas ni las medio tontas le pueden molestar. Su mente de ingeniero descarta todo tipo de ofensas porque o bien son construcciones emocionalmente complejas que no pasan el filtro de lo comprensible, o bien no pasan el filtro de "cosas más importantes que Celtic Heroes".

Pero a mí, revolucionaria de salón y feminista mayormente de boquilla, es cierto que hay cosillas tontas que me pican. Sobre todo en Bavaria. Son ese tipo de cosas que si en lugar de pasarle a una pareja hombre-mujer, le pasa a una pareja blanco-negro, justificarían el llamar putoracistademierda a alguien.

Imagina que dos colegas, uno de ellos negro, estan tomando unas cervezas en el trabajo y accidentalmente rompen una. Cuando salen, en un pasillo relativamente estrecho se les cruza el recepcionista que lo ha visto todo e ignorando al tipo que tiene más cerca, se molesta en hacer una pequeña maniobra-quiebro para alcanzarle la fregona que lleva al amigo negro que va detrás. Esa misma maniobra es la que hizo la cuidadora de un day-care center con el orinal lleno de regalitos de mi hijo cuando su padre y yo fuimos a recogerle.

Ahora resulta que estos amigos descubren que están enamorados y deciden adoptar. Cuando el niño tiene que ir al dentista, y puesto que ninguno de los dos habla alemán, el amigo de color necesita aclarar un campo del formulario de registro con la recepcionista. "Es la persona que tiene al niño en el seguro. Probablemente tu colega blanco". "Wahrscheinlich papa", en mi caso.

Yo ya sé que ese "seguramente papá" no tiene una pizca de maldad, y que cuando miro con cara de tigresa a la pobre recepcionista parezco una desequilibrada, pero, incluyendo mear de pie, no se me ocurre ni una cosa que sólo los hombres puedan hacer en esta vida. Cuando la presidenta de este país es una mujer, cuando cualquier niña puede en principio ser astronauta, y cuando cualquiera de nosotras, madres trabajadoras, hace malabarismos dignos del circo del sol para cuadrar los horarios de un viaje de negocios con una excursión de la guarde, ¿de verdad tiene sentido el asumir que el padre es por defecto el que trae el mamut a casa? Personalmente, además de tóxico me resulta insultante, y me entran ganas de llamar a la gente racista, cosa muy tonta que molesta terriblemente a la gente en Bavaria.

jueves, 10 de julio de 2014

Loser

Supuestamente, mi hijo es un macarra que insulta en inglés a los otros niños. Supuestamente. En nuestra familia siempre existe la duda.

La cosa es Daniel ha llamado “loser” a otro niño. “En el contexto correcto” ha insistido la profe. He used it “in the right context!”. La pregunta que me hago es si hay un contexto correcto para insultar a otros niños, pero en cosas internas de la guardería no me meto.

La profe insiste en que tenemos que tener cuidado porque esto “lo ha oído en alguna parte”. Y por “alguna parte” se refiere al salón de nuestra casa. Pero no lo creo. Es cierto que usamos el inglés sin ningún pudor, pero "loser" no es algo que utilicemos para referirnos a nosotros o a nuestros amigos y colegas. Crap, asshole, idiot, fuck and fucking asshole constituye la mayor parte de mi repertorio y me parecería mucho más creíble que Daniel hubiera cogido algo de ahí. Además, teniendo en cuenta que la guarde está llena de brasileños, búlgaros y sabe dios que más, puede que estuviera diciendo algo peor que "loser", pero en Estonio.

El caso es que en teoría debíamos esperar algo así. La profe nos había advertido, con ese tonito apocalíptico que le pone a todo, que en la guardería los niños aprenden "profanities" de los mayores. Y nosotros nos habíamos reído. A mí que me digan cosas feas en alemán me deja fría, y por mucha profanidad que aprenda en casa no le van a entender en la guarde. Pero no me esperaba ninguno de los dos posibles escenarios que tenemos entre manos. O bien mi hijo dice en checo que le pica la oreja y se entiende como una mención a la madre del compañero, o cuando le da por decir palabrotas lo hace en el idioma más internacional que existe. Para que quede clarito.


Como de costumbre, no hay libro que me aclare lo que un padre moderno debe hacer en este caso. O bien explicamos a Daniel que no se insulta a la gente, o convencemos a la profe de que "loser" significa querido amigo en checo. O no hacemos nada en absoluto y lo llamamos "good parenting".

miércoles, 2 de julio de 2014

Hace Calor

Hace un par de semanas tuvimos el verano en Alemania. Es una cosa que si no andas con un poco de cuidado, puedes irte a España para un fin de semana largo y perdérselo.
Para que este evento suceda tienen que darse una serie de circunstancias que ocurren en este país como mucho una o dos veces al año, en cualquier momento entre Mayo y Septiembre. Tiene que lucir el sol. La temperatura tiene que subir de los veinticinco grados, el suelo estar seco y tiene que haber un festival de cerveza en alguna parte. Cuando se dan todas estas condiciones, lo que pasa en Alemania es espectacular. La gente siente la necesidad de desnudarse y exponer hasta la ingle de esa piel reluciente de blanca en cualquier parque, plaza o terraza de Starbucks. Los niños corren completamente desnudos, protegidos del sol por un gorrito y con crema solar suficiente como si los fueran a rebozar en harina y echar en una sartén. Durante esos días la jornada laboral acaba a las dos de la tarde, se mata por una cerveza fría y está prohibido entrar en casa antes de las ocho de la tarde. Si eres inmigrante, los fines de semana es obligatorio hacer una barbacoa. Si no lo haces, tengo entendido que te tiran el pasaporte al grill.

Los alemanes ya intuyen en Abril que este evento puede suceder en cualquier momento. Es entonces cuando Aldi saca las ofertas de mantas de picnic, y la gente se pega por ellas como si fueran gratis y además tejidas con crines de unicornio. Se empiezan a ver sandalias con calcetines fuera de las oficinas y jóvenes atrevidas (o turistas despistadas) se congelan los muslos en shorts. La aplicación del Iphone que te dice el tiempo asciende a la categoría de oráculo. En el centro montan una playa artificial con hamacas, puestos de sangría y dos canchas de volley-playa, porque los alemanes cuando se ponen a hacer algo, lo hacen a lo bestia. Y cuando todo está listo, esperan.

Bueno, esperan, y esperamos, metiendo y sacando las cazadoras del armario mientras nuestros amigos en España nos cuentan que se pueden freír huevos en el kilómetro cero de la Puerta del sol, con el niño apuntando al cielo todos los días y anunciando que “está guis. No hay solesiiiito” y cuando ya has perdido toda esperanza llega el verano. Y los guiris se vuelven locos. En el caso de mi marido eso es coger una cubitera y dos copas de vino y arrastrarme al balcón medio en bragas. Pero he visto cosas. En lugares públicos. He visto cosas que no se justifican hasta los cuarenta grados y cosas que sólo se justifican en la privacidad de una sauna. Cosas que me siento muy tentada a imitar. Me he vuelto una guiri cualquiera.




PS: Nótese que hace dos veranos estaba deseando que llegara el buen tiempo para poder dejar desnudo a mi hijo cuando se cagaba de pies a cabeza. ¡Cómo hemos progresado!