jueves, 13 de febrero de 2020

Según se mire, una comedia

En la universidad tenía una amiga con una habilidad curiosa. Era capaz de contarte una historia, la misma historia, dos veces. La primera vez como comedia y la segunda como drama. Y eran buenas historias en todo caso, ¿eh? Porque esta amiga venía del salvaje Este, donde no hace tanto había guerras y las capitales de los países no se encontraban en los mapas mudos.

Puede que experiencias así te conviertan en alguien mayor más pronto de lo que te toca, o más probablemente, es que mi amiga siempre ha sido un pelín bipolar. Pero por la razón que sea, ahora que yo me hago mayor, y me pasa cada vez más que un día soy la reina de todo, y al otro una mota de polvo estelar, mis historias también empiezan a cambiar de género, a convertirse en thrillers, películas de terror o comedias románticas según cuando las cuente.

La sinopsis es la misma, por ejemplo, mis niños hablan cuatro idiomas. O ninguno del todo, según cómo se mire. Los diálogos incluyen líneas divertidísimas, o terroríficas, depende:

Niña: Mamá, el abuelo no me verstanden
Niño: Los deberes ya los he gehecho
Niña: Yo puedo solallein

Solallein - Sola + Allein. Porque mis hijos se ven en la necesidad de decirme dos veces la misma cosa. O porque desbordan creatividad.

Incluso los adultos nos unimos a este extraño dialecto familiar, y preguntamos a las criaturas si quieren hacer "basteln". Es una locura. Pero no sé si una locura jajaja, o una locura ayayay.

Y entre tanto, los protagonistas crecen contando sus propias historias, y son historias que no admiten género, como las de todos los niños.

"Estábamos en el patio y Leon vio una Marienkäfer, y entonces cogimos un Eimer, und der Leon sagt Ich will es zu Hause nehmen und, und... und mami, ¿a ti te gustan las Marienkäfer?"

Son historias que no me canso de oír.