viernes, 22 de septiembre de 2017

Bodas sin niños

Después del photocall, las tablas de dulces con sus imprescindibles cupcakes, las bailarinas de regalo, las pashminas y los tocados de flores, llega otra discutible tendencia a las bodas de nuestros colegas: la de insinuar que los niños no son bienvenidos.

A ver, quién dice tendencia quiere decir que ya nos ha pasado un par de veces. Pero con lo gregarios que somos los humanos, basta que una pareja decida que no hay porqué arriesgarse a que los enanos de otros metan los deditos en sus centros de mesa vintage, para que dentro de poco tengamos invitaciones de boda estándar con un aviso de "para mayores de 16 años", como si en el banquete, en lugar de un powerpoint con fotos de los novios, se proyectara una peli francesa.

Así que voy a intentar cortar esto de raíz. Cuando tu amigo o familiar accede a viajar a esa ermita en el fin del mundo para ver cómo cometes lo que será en el mejor de los casos un atentado contra el buen gusto y en el peor, un error del que te arrepentirás toda la vida, cuando esta persona está dispuesta a plantarse unos zancos y un girasol en la cabeza y a hacerte una donación de tres cifras, cuando no le importa bailar la conga y el paquito chocolatero si hace falta a tu salud y la de tu espos@, no se le puede pedir que se busque una babysitter. Está feo. Muy feo. Tan feo como decirle a tu abuela que no venga porque la gente mayor os recuerda la decadencia de la carne, la proximidad a la muerte y la futilidad de la existencia, y en general os corta el rollo a la gente joven.

De hecho, yo creo que nuestros queridos amigos saben lo feo que está. Por eso no son claros del todo cuanto te comentan el tema:
-Respecto a los niños...
-¿Sííí?
-Que no hemos organizado nada
-Bueno, sin problemas, ellos con la gente y el jaleo son felices
-Es que no sé si el sitio es muy apto para los niños. Igual se aburren...
-Nahhhh, ¡qué va! Ellos siempre encuentran algo para entretenerse, y siempre hay abuelas que se entretienen con ellos
-Precisamente... ¿Tú madre no está jubilada?
-Si
-...
-...
-A ver, que si no podéis dejarlos en algún sitio, pues qué se vengan, claro

¡Pues claro que se vienen! Y si nos ponemos en ese plan los dejo sueltos en la ceremonia para que jueguen a enroscarse en las cortinas del ayuntamiento, se coman la decoración floral, y se suban al podio a hacer compañía al oficiante.¡Ya verás que alegría le dan al tema! con un poco de suerte te hacen viral y todo.

Además es quejarse sin razón. ¿Quién distrae a las tías de tu madre para que no te pregunten porqué sigues en paro? ¿Quién no tiene problema en romper el hielo (y lo que haga falta) y pasar a la pista de baile? Cuando son las ocho de la tarde y el típico amigo borracho está ya muy pesado, ¿no es genial poder darte la vuelta y decir "Un segundo, voy a coger a ese niño, que tiene pinta de querer tirarse por las escaleras"? Y cuando las criaturas caen desmayadas a las diez de la noche debajo de la mesa de los cupcakes, es tarea de sus padres recogerlos o echarles una manta encima o algo. Todo son ventajas.

En la última boda que estuvimos, los novios encontraron sin quererlo una solución óptima. Echaron por el suelo de una habitación un par de colchonetas, unas pinturas y otros juguetes. ¡Voilà! La habitación se llenó en un momento de niños con sus respectivos padres y otros adultos (machos en su mayoría). De hecho, siempre, a todas horas, sin ningún tipo de acuerdo previo, había algún adulto en la habitación. ¿Cómo puede ser eso? Muy fácil. Era la habitación del grifo de la cerveza.

Esa sí que es una tendencia que merece la pena copiar