viernes, 10 de octubre de 2014

Not good enough!

Algunos datos sobre mi media naranja:

-Cree que se pueden cocinar huevos en el microondas.
-Ni usando sus cinco sentidos es capaz de distinguir la ropa sucia de la limpia y considera que el pijama es un atuendo perfectamente aceptable para ir a la guardería... o a cualquier parte, ¡qué coño!
-¿Qué necesitan dos personas en una excursión de varios días por la montaña? Un cazo y una cuchara.
-Para él, el mobiliario sin enchufe, incluyendo sillas, mesas y cama, es puramente opcional.
-A veces pienso que si yo no existiera tendría una rata-mascota, se alimentaría únicamente de queso y mandaría la colada por DHL a su madre.

Y sin embargo, esta mañana me lo encuentro supervisando el desayuno que le había dejado preparado al peque para la guarde. Saca el sándwich de la tartera, lo coloca en la mesa, abre el cajón, coge un cuchillo, y en ese momento me acerco y le pregunto, "¿se puede saber qué haces?" esperándome cualquier cosa. Cualquiera. Cualquiera menos lo que me responde. "It is not good enough!" me dice. Que hay que quitar los bordes. Y cortarlo en trocitos. Y que un sándwich no es suficiente. Que hay que ponerle varias cosas en porciones pequeñitas. Que siempre llevamos jamón y queso. Que si no tenemos otra tartera. Y todo esto a las siete de la mañana. Lógicamente yo le contesto que si es que la tartera no está homologada y que si el niño ha pedido un menú degustación, y que se vaya como quien dice al cuerno.

Es que esta vez ha sido mi media naranja el que ha disfrutado del Eingewöhnung, ese período al principio del curso en el Kindergarten dónde uno pasa tiempo con su hijo en la clase para darse cuenta de que las otras madres llevan la ropa de repuesto planchada y que el hijo propio es el más bestia de todos. Mi pobre marido todavía no sabe que no puede competir. Que está tratando con atletas de élite de la maternidad. Con madres que antes de serlo tenían dos carreras y hablaban tres idiomas y cuya satisfacción personal en estos momentos depende de proporcionarles un buen desayuno a sus vástagos. Y para colmo son alemanas. Los tuppers que preparan esas mujeres no podríamos mejorarlos ni aunque nos pasáramos la noche al teléfono con Arzak. 


Le he dado unas palmaditas en la espalda, me he puesto el abrigo y me he ido pensando cómo es posible que no recuerde el día que llegué a casa absolutamente histérica cargada de serpentinas y smarties, repitiendo "it's not good enough!" porque en las bolsitas de caramelos de despedida de la guardería no teníamos un CD con las canciones favoritas del niño, una foto-montaje dedicada, chuches de los sanos, bolsitas con dibujos de autos, pegatinas, y algún pelo del sobaco izquierdo de Santo Tomás de Aquino.

En fin... se le pasará.

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