miércoles, 27 de noviembre de 2013

Padres y orgullosos

Nuestro adorable, manejable y transportable bebé es ahora un tirano de medio metro que negocia como un CEO en esteroides su ración diaria de Pocoyó... y lo cierto es que no podíamos estar más orgullosos de él.

Me temo que nos hemos convertido en padres. He aquí los síntomas: Donde una persona normal ve a un pequeño cabezota montando un pollo, yo veo a un niño decidido, como el cabezota de su padre. En una situación donde cualquiera diría que Daniel hace lo que le da la gana, Martin hace notar lo independiente que es su hijo. Si la criatura nos intenta engañar para que le demos chuches comentamos, "fíjate, ¡qué astuto!". Cuando las niñas más pequeñas que él le pegan en el parque, nosotros vemos un futuro ingeniero "los chicos grandes no tienen motivación para hacerse listos" fueron las palabras exactas de su padre. 

Esta semana empezamos con un sistema para enseñar a Dani a ir al baño. Es simple. Cada vez que hace sus cosas en el orinal consigue una pegatina (de autos, claro). El sistema funciona estupendamente. Demasiado bien. Es como si en lugar de pegatinas le diéramos esos cromos con droga que repartían a la puerta de los colegios. Nos lleva al orinal gritando ¡pipi petina!, nos miente, se revuelca por el suelo y berrea porque quiere dos pegatinas en lugar de una, y el otro día en un descuido robó el paquete entero y las pegó todas para después pasarse la tarde observando la fechoría "un auto, dos autos, tes autos, dis autos..." Entiendo que partirse de risa puede no ser la reacción que un libro de sicología infantil recomendaría, pero es inevitable. Nuestro niño es taaaaan moooono.

Como a cualquier crío, a Daniel se le antojan cosas cuando mamá está trabajando "¡Apfel, Apfel, Apfel!" Sólo que si no le haces caso, este niño se te sube a las faldas y mirándote a los ojos te repite, muy despacito "Man-za-na", y aunque mamá lo encuentre adorable sabe que tocar las narices a los no-bilingües puede conseguirle unas tortas en el futuro.

Ante cualquier cosa que haga el retoño, un padre se va a preguntar si él ha tenido algo que ver. Y los niños hacen cosas muy raras. Chupan la taza del water, escupen en la comida, se quedan hipnotizados con vídeos de gente abriendo huevos Kinder, y en lo que hacen todo esto, se aseguran de parecerse a ti, para que no te quepa duda de que no hubo ningún malentendido en el hospital. La última afición de nuestro hijo es coger una maleta, plantarse en la puerta de la calle y decir Tchüss!! Y donde nosotros vemos un niño independiente e imaginativo seguramente otros piensen que con esos padres que tiene tarde o temprano tenía que pasar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario