viernes, 1 de abril de 2016

Traducción simultánea

Mi plan de pensiones puede irse a la mierda en diez años. Let me illustrate:

Todo este esfuerzo, esta cuidada selección de genes eslavo-mediterráneos, las cenas en la cantina de la torre de Babel, las explicaciones atlas en mano, las explicaciones diccionario en mano, las explicaciones a base de gestos con las manos... todo para criar un par de monstruítos cuatrilingües que el día de mañana nos compraran una casita en la playa con su sueldazo de intérpretes de la ONU y resulta que en diez años la ONU no va a necesitar intérpretes. Parece ser que, en diez años, hablar cuatro idiomas europeos va a tener el mismo peso en el currículum que dominar el esperanto y la mecanografía.

Por mucho que aplauda y disfrute los avances de la tecnología, lo cierto es que no puedo esperar con alegría el momento en que practicar tus pobres conocimientos de francés en una cena de amigos se vea como entrar en un establecimiento a pedir un carrete de fotos. La traducción simultánea derribará las barreras del lenguaje, pero va a levantar otras barreras generacionales. Ya me imagino a mis vástagos "mamá, ¡qué vergüenza! Por favor, deja de decir sandeces a Heiner y ponte el traductor" "¿Qué el curso en bioprogramación genética de células óseas te trae de cabeza? Yo a tu edad estudiaba alemán. ¡Imagínate! ¡Alemán!".

Por lo menos nuestros cachorritos aprenden idiomas porque no les queda otra, pero ya lo siento por esos padres que apuntaron a la progenie a clases de mandarín. ¡Que sí, que sí!, que aprender idiomas como mínimo es un sanísimo ejercicio mental, pero a la hora de pagar religiosamente los cientos de euros del curso ¿quién no se imaginaba a su hija de corresponsal del New York Times en Pekin? ¿Quién se iba a figurar que su dinero iba a estar tan bien invertido como en un curso de Cobol?

Lo siento también por Cataluña y País Vasco. Supongo que las instituciones se resistirán durante un tiempo, pero el día que guardar una gramática inglesa en casa sea como tener un radiocassette va a ser difícil justificar el requisito de Euskera C1 en unas oposiciones. 

Lo peor del tema es tener que darle la razón a mi madre, porque al final todos los que nos dicen que les estamos dando un regalo a los niños con el tema de los idiomas van a estar equivocados y va a tener razón ella cuando exclama ¡pobres criaturas!

Yo me imaginaba a mis hijos echándome en cara mil cosas en el futuro, empezando por mi jornada completa y mis habilidades bastante deficientes con el fondant, pero siempre pensé que mis fallos como madre quedaban hasta cierto punto compensados con el regalo de no tener que escribir jamás en un currículum "inglés medio-alto". Estaba tranquila pensando que mis hijos siempre tendrían un as en la manga. Ahora me temo que tendré que oír algo en la línea de "Si hubiéramos estudiado robótica cuántica en lugar de perder el tiempo aprendiendo a pronunciar siete tipos de erre nos hubiera ido mucho mejor".

Muchas gracias, colegas ingenieros. Muchas gracias.

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