jueves, 24 de marzo de 2016

La niña de papá

Los bebés son la democratización de la felicidad. Da igual quién seas y cómo seas. Alto, bajo, joven, viejo, pobre, rico, una buena persona, un ser indeseable, o incluso un póster en cartón piedra. A poco que les mires te devuelven una sonrisa sin dientes diseñada específicamente para sacarte la tuya junto con un "oooh" o un "ahhh", según el caso. Los bebés son suaves al tacto y la mayor parte del tiempo huelen como ropa nueva espolvoreada con azúcar y canela. Es poner la nariz cerca de su cabeza, inspirar, y llenarse los pulmones de gozo puro.

Si te parece que no eres una persona divertida, prueba a hacerle gracias a un bebé. A veces se descojonan con sólo oírte estornudar. Si has tenido un día de mierda, coge a un bebé un rato. Están calentitos y te miran como si fueras el puto amo de todo. A veces incluso te hablan. Mi traductora de bolsillo dice "papapapa" y "tatatata", y no le hace falta más para lograr hacer feliz a una persona en concreto.

-¿Has oído? Ha dicho papá
-papapapapa
-Sí cariño, pero no creo que...
-tatatatata
-¿Ves, ves? ¡Tata! Clarísimo
-Lo que tú digas. Con cinco meses dice papá en dos idiomas. Pásame el móvil que llamo a Mensa
-Estás celosa porque no dice mamá
-Mhmm, me has pillado. Yo creo que quiere que papá le cambie el pañal
-¡Pues claro que se lo cambio! Di papá pa-pá paaa-paaa
-papapapapapa
-papapapapapa

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