lunes, 11 de julio de 2016

¡Qué bonito es ese niño!

Ser un poco feminista con niños pequeños es algo de lo más fácil. No hay necesidad de arengas, discursos, o grandes demostraciones. A poco que no te apetezca vestir a tu hija exclusivamente de rosa, violeta y purpurina, y regalar a tu hijo tanques destructores y figuritas de señores musculados, vas a sentirte feminista con nada de resistencia por parte de la progenie,

Por ejemplo, hace un tiempo nos dieron en la farmacia un catálogo de parches para el ojo, que el pequeño monstruito trilingüe va a tener que llevar unos meses. Aquí, como por desgracia en todas partes, vienen innecesariamente diferenciados los parches de niños, con dibujos de piratas, coches, excavadoras y superhéroes, y los parches de niñas, con flores, princesas, gatitos, y una paleta de colores tipo picadillo de oso amoroso. Por supuesto, una feministilla como yo aprovecha que el crío no sabe leer y extiende el catálogo sobre la mesa con un "escoge los que quieras, cariño".

-Princesas no -dice la criatura. Porque él ha aprendido en la guardería que la diferencia primordial entre niños y niñas es que a las niñas les gustan las princesas
-Me parece bien, amor, a mí tampoco me gustan las princesas

Una vez clarificado este extremo, mi hijo selecciona (previsiblemente) todos los parches de vehículos y de gatitos, sin importarle un comino que los pobres animales parecieran rebozados en frosting de cupcakes y tuvieran las pupilas de un adicto al speed.
-Y los búhos, mamá, también quiero los búhos.

Ser un poco feminista es fácil porque además los productos genéricos, asexuados, son normalmente más baratos que el mismo producto con merchandising de Frozen. Casi siempre. Mi hijo conduce una bici violeta con mariposas porque, en palabras de mi maridito, es la que tenía las mejores prestaciones. A mí me preocupaba un poco que los niños se fueran a reír de él, pero a sus benditos cinco años, sus amiguitos todavía no saben que los lepidópteros son cosas de niñas.

-Mi bici es mejor que la tuya.
-La mía es mejor. Mira. Tiene mariposas
-Ohhhh Schmetterlinge

¿Y la niña? ¿La traductora de bolsillo? Pues ahora que estamos en Valladolid, la gente se para todos los días a hacerle monerías y decirme que tengo un niño muy guapo. ¿Creéis que se me va la mano reutilizando la ropa del mayor? ¿Que trato de convertir a mi bebé en un alegato feminista gateante? ¡Qué va! Ella tiene sus faldas, sus volantes y sus lazos, pero no son rosa, y eso los hace indistinguibles de los faldones, volantes y lazos que llevan los chicos en Valladolid.

Sospecho que si la gente piensa que es un niño se debe a dos cosas más bien accidentales, y no a un arrebato de feminismo por mi parte. La primera, que no tiene pendientes, lo cual, al ser lo normal en Alemania, no requiere de rebeldía alguna. Y lo segundo, que la mantita del carro es azul. Y ¿por qué es azul? Pues mira, porque era el color más bonito que tenían, porque le queda muy bien a los ojos, y porque tenía un cincuenta por ciento de descuento.

Así las cosas, le he comprado una flor para la cabeza más grande que un repollo. Azul, que le haga juego con la mantita. Aunque tampoco veo imprescindible distinguir los bebés-niño de los bebé-niña a primera vista. A esta edad, si les das un coche, una muñeca, o un currusco de pan, lo van a chupar igual.

Y es que no hace falta ser terriblemente feminista para darse cuenta de es idiota que hasta la tienda de Lego esté separada por sexos. Tantos años para conseguir que las escuelas y playas sean mixtas ¿y ahora nos vienen con esto? Ya nos estoy viendo a mi medio rohliky y a mí echando a cara o cruz quién se arriesga a una sobredosis de pastel en el castillo de princesas del parque de Playmobil cuando niños y niñas se lo pasan igual de bien en el barco pirata. ¿Qué necesidad hay de que los bolsos para pañales vengan en rosa y azul? ¡Cómprate uno blanco, mujer, que combina con todo! ¿Por qué tengo que atragantarme de purpurina si quiero comprar a mi hijo un gato de peluche? Mi hijo quiere un gato, no un estereotipo sexista empaquetado en color de vagina.

Yo les recomiendo a las madres que me leen ponerse un poquito feminista. Sale más barato, es cómodo para la familia, y con un poco de suerte evitaremos que nuestras hijas paguen más por un paquete de cuchillas de afeitar rosas, cosa que les será muy útil si obtienen el típico contrato de trabajo para chicas, con purpurina, y un 20% menos de sueldo.

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