domingo, 5 de junio de 2016

Aventuras trilingües

Mi madre dice que mi primera palabra fue agua, a los siete meses de edad y en casa siempre hemos sido un poco escépticos con esa afirmación. "Que sí, que sí", dice mi madre, "que te apartaba del vaso de agua y gritabas ¡guagua!" En fin, lo dicho. Escéptica hasta hoy, que tengo que anunciar que la primera palabra de mi hija ha sido ma-má, a los ocho meses recién cumplidos.

Hay gente maledicente que afirma que sí, que dice mamá, pero que se lo dice a cualquier cosa. A esos les digo ¡no señor! ¡Ni mucho menos! ¡A cualquier cosa no! Se lo dice a la comida, lo cual es absolutamente coherente con el hecho de que me lo diga a mí. A ver, desde su punto de vista, ¿qué diferencia hay? ¿Por qué tendría que entender el concepto de ser humano? Ma-ma es lo que le soluciona la papeleta cuando tiene hambre. Aquí la única discusión pendiente es con su padre, que afirma, con una soltura un poco irresponsable, que su primera palabra ha sido el binomio papá-tata. Que sí, que mi bebé es un genio. Es evidente. Pero que su primera palabra sea papá en dos idiomas... bueno, dejémoslo en un quizás.

Mientras tanto, el monstruito trilingüe ha estado en Castilla ampliando su repertorio de español.

-Tu hijo ha dicho Ti-co-ti-ño
-¡No he dicho eso! ¡He dicho coño!
-Y tú, ¿para qué dices eso, si no sabes lo que significa?
-Sí lo sé. Es cuando quieres que alguien haga algo

Pues sí que lo sabe el maldito, sí. Entonces me callo. No le viene mal al pobre un poco de vocabulario. Y es que no sé si el ambiente de su guardería multiculti es demasiado happyflower, pero observando a mi hijo jugar con otros niños españoles en el parque, mi único pensamiento era "¡qué mal lo iba a pasar este pobre en una escuela española!". Es que mientras los otros niños sugerían jugar al fútbol, mi hijo tiraba el balón a lo alto "¡basketball!" o se ponía a cuatro patas y jugaba a ser un gatito y además resulta que esta es una de esas situaciones en las que ser trilingüe no sólo no te ayuda, sino que es una putada, a juzgar por las conversaciones entre criaturas.

-Este balón es mejor, porque es de cuero.
-¿De qué?
-De cuero
-¿Qué es eso, el cuero?
-Mira, da igual (el niño se aleja)
-¡Espera! ¡Espera, amiguito! ¡Amiguito!

A veces pienso que la única ventaja del trilingüismo va a ser protegernos a todos de la demencia. A ellos, y también a mí. Por eso del ejercicio mental:

-Mamá, ahora los coches tienen que ir a la lampa 
Lampa. Lámpara o farola en checo. Aunque suena muy parecido a "Ampel", el semáforo en alemán. Miro alrededor buscando uno o lo otro, y mi hijo me señala una regla apoyada en un extremo por una goma de borrar.
-La lampa, mamá, mira, por aquí suben los coches, saltan y ¡buuuuum!


Buuuum, Sí. Para colmo vamos a necesitar un logopeda.

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