martes, 12 de mayo de 2020

Lo que quiere mi corazón

Pero mamá, es lo que quiere mi corazón.

Eso me dice la pequeña traductora de bolsillo, en alemán, en pijama frente al congelador, cuando me pide el mismo helado de fresa que, hace tan solo una hora, era "asqueroso".

Claro. Si su corazón ha cambiado de opinión, ¿qué le vamos a hacer?

Me pregunto si hay alguna expresión así en español. Decir que algo te apetece se queda corto. El sujeto de la frase sigues siendo tú, pero cuando el sujeto pasa a ser algo tan caprichoso como tu corazón, ¿quién se atreve a culparte por pensar hoy lo contrario de ayer?

Quizá la frase "lo que me pide el cuerpo" sería similar, pero esta versión apunta a un apetito físico, mientras que el corazón habla de las necesidades del alma. Contra las primeras, puede uno luchar con algo de disciplina, pero al alma hay que darle lo que te pide. O eso, o volcarte en escribir poesía romántica.

La traductora me dice esto, tan segura de sí misma, con tanta naturalidad, que la discusión queda fuera de lugar. Pues nada, cariño, si es lo que quiere tu corazón, toma el helado.

En realidad estos días, los niños pasan las horas haciendo lo que quiere su corazón. Se visten cuando se lo pide su corazón, cogen del frigorífico lo que le apetece a su corazón, y es la última de sus preocupaciones salir de esta cuarentena más sabios, más ejercitados, o hablando italiano. No es eso lo que les pide su corazón ahora mismo.

¿Y quién se atreve a decir que su corazón no tiene razón?



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