lunes, 18 de febrero de 2013

Intimidad

No se si en todas las familias españolas de hace unos años había ese debate sobre si los niños debían ver a sus padres desnudos. En el colegio de monjas al que iba, creo que yo era la única que había visto un pene, y eso es tan terrible (y tan falso) como que no te gustara el Power Ranger rosa.

Hace unos años incluso se lo comenté a Martin. ¿Tú crees que nuestros hijos deberían vernos desnudos? Martin abrió mucho los ojos y emitió un sonido, algo así como "dah", que quería decir, "en mi casa soy el amo y me paseo en bolas cuando me apetece". Claro, los checos tienen otro tipo de relación con el cuerpo desnudo. No hay más que ver los campings de Bohemia. Un tributo al slip de leopardo.

Desde que nació Dani, la pregunta de si los niños deben vernos desnudos ha perdido todo el sentido. ¿Es que hay alguna manera de impedirlo? Daniel me mete la mano en el escote en cualquier parte, cuando voy al baño por las mañanas me sigue gritando "mamá, pipi, mamá pipi" y cuando estamos en el aeropuerto soy yo la que le mete a la fuerza en el retrete para que no se escape y acabe en un vuelo a Bagdad. En cuanto a Martin, creo que se muere de ganas por llevarle a eventos deportivos checos que acaban en saunas mixtas y enseñarle a mear de pie (rebeldía a los alemanes, que cuentan las malas lenguas que mean sentados).

Y si necesitaba alguna prueba más de que no tiene ningún sentido mantener al niño ignorante de la forma de los genitales están los cuentos infantiles checos donde, (cultural shock), salen señores en pelotas, y claro, Internet. ¿Soy la única que tiembla cada vez que presiona el enlace "La gran fiesta de Pocoyó"?

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