martes, 2 de abril de 2013

Otra de autos

Entre la familia de Martin y la mía existe una competición sobre el número de palabras que Daniel aprende en uno y otro idioma.

Y puesto que nuestras familias no son capaces de reconocer a qué idioma pertenecen las palabras que dice Daniel, el puntaje es algo subjetivo y difiere enormemente dependiendo de a quién se le pregunte. En mi casa todo lo que dice Daniel es presuntamente castellano.

Martin y yo llevamos un marcador algo más justo en el que el alemán va ganando con el margen de error de las palabras que ni nosotros somos capaces de reconocer. Es un juego al que le vamos cogiendo el truco sobre la marcha. Por ejemplo, ahora sabemos que importa quién llega primero. Parece que cuando una palabra se conoce en un idioma, a otra lengua le lleva toda la caballería recuperarlo. Bin-ban es lo que hacen las campanas, por mucho que su madre insista tolón-tolón y su padre repita ding-dong. Así, claro, nos preocupa que el alemán vaya conquistando todo el diccionario.

Creo que es por eso que Martin intenta ganar puntos con palabras como "retrovisor", "capó", "faros", "volante"... son cosas que interesan a Daniel, es poco probable que haya aprendido en la guarde, (menos aún de su madre), y en alemán posiblemente estemos hablando de un número de sílabas fuera del alcance de un bebé.

La única pega es cuando vamos a darle las buenas noches a Dani, y por toda respuesta él nos enseña su auto blanco y dice claramente "Opel". Entonces, ¿de qué lado se inclina el marcador?

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